Sí lo he tanteado, bajo mi cognición imperiosa,
Caté de allí cuando una vez había desistido;
Extasiado quedé y fueron aquellos pasos torcidos,
Un suave céfiro podía cambiar mi rumbo.
Talvez era momento de hacerlo y marqué las tapias,
Tomando de ese pomo dulce veneno adictivo;
Arriesgo aquél pasado, y tomo el presente desatinando,
La afonía es el ruido que escucho.
Esas yemas de aquellos dedos, una vez más me ven venir,
Pasos son pasos, y cautelosas son las palabras que despeñan;
Bajo esas horas de alboradas y las colillas de aguardo,
Sujetado bajo el control cándido, perenne de una nueva piel.
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