sábado, 25 de abril de 2009

Perenne de una nueva piel


Sí lo he tanteado, bajo mi cognición imperiosa,

Caté de allí cuando una vez había desistido;

Extasiado quedé y fueron aquellos pasos torcidos,

Un suave céfiro podía cambiar mi rumbo.

 

Talvez era momento de hacerlo y marqué las tapias,

Tomando de ese pomo dulce veneno adictivo;

Arriesgo aquél pasado, y tomo el presente desatinando,

La afonía es el ruido que escucho.

 

Esas yemas de aquellos dedos, una vez más me ven venir,

Pasos son pasos, y cautelosas son las palabras que despeñan;

Bajo esas horas de alboradas y las colillas de aguardo,

Sujetado bajo el control cándido, perenne de una nueva piel.

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